La cultura está influenciada por los países vecinos, pero a lo largo de los años se ha desarrollado una cultura independiente.
Berna está en el centro del país y es un buen lugar para tener en ella o en sus alrededores el alojamiento, pudiendo ser punto de partida para hacer las excursiones a todo el país.
El río Aare rodea el casco histórico, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Pasear por sus calles es disfrutar de su arquitectura medieval, sus fuentes, la torre de Bahnhofplatz con un reloj del siglo XV, las arcadas de los edificios envolviendo las tiendas, que con los tranvías que discurren entre los transeúntes dan un aire característico a esta ciudad. Al finalizar el recorrido por las calles principales que atraviesan la zona vieja, en la llamada fosa de los osos, se puede contemplar una bella vista con el río en la parte inferior. Otra visita obligada es el edificio del Parlamento Suizo (Bundeshaus).
De interés:
Idiomas: Los cuatro idiomas que se hablan en sus territorios (alemán, francés, italiano y el retorrománico del cantón de los Grisones, con sus numerosos dialectos que solo entienden los habitantes de cada uno de sus valles) se traducen en una gran diversidad cultural y de idiosincrasias.
Por otra parte, a los suizos les gusta innovar: tienen desde antiquísimas tradiciones alpinas bastante primitivas, como la lucha libre y el tiro de piedra.
Sanos, ricos y cultos: la calidad de vida.
El eje del deporte: el turismo alpino
Deportes raros: Entre los deportes autóctonos de Suiza se cuenta el Hornussen, un juego de origen medieval en el que participan dos equipos de entre 16 y 18 personas. Uno lanza una Hornuss (pelota, literalmente “avispón”) de 78 g al campo, mientras el otro intenta evitar que toque el suelo con una Schindel, una pala de 4 kg que parece una señal de carretera. Para darle un toque aún más peculiar, el lanzador se coloca sobre una rampa de acero agarrando una especie de fusta flexible, al final de la cual está la Hornuss, y gira sobre sí mismo. El otro equipo para la bola (a 85 m/s) o la lanza al aire con la Schindel.
Bistecs tiernísimos y caza en otoño: la carne. El almuerzo suizo por antonomasia es tomar una fuente de carne de buey seca, una verdadera exquisitez de los Grisones que se ahúma, se corta en finas lonchas y se sirve con el nombre de Bündnerfleisch.
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